A merced de la marea
Para otros / Martes, 31 diciembre 2013
Columna publicada en el Diario Noticias de Gipuzkoa el 31 de diciembre de 2013
“La promesa” es la única novela que escribió la cuentista y poetisa Silvina Ocampo. En ella, la protagonista cae accidentalmente de un barco y, a merced de la marea, comienza a repasar su vida, a tejer con maestría sus recuerdos y a emitir promesas en caso de ser finalmente rescatada. Para mí, la noche de hoy tendrá algo de eso. De quedar a merced del mar, de un vaivén que me arrastrará de un lado a otro. De estar dentro de una gran masa que se mueve y al mismo tiempo, bucear entre los recuerdos y las promesas. Porque, aunque sólo sea un día más que se oscurece, nada más, no podré evitar acordarme mis últimos doce meses. Como si, a partir de mañana, el 2013 pasara a formar parte de la bolsa de los recuerdos y quedara bajo el poder caprichoso de la memoria. Así que esta noche, mientras ceno, mientras río o converso, recordaré mis últimas palabras con quienes ya no están o la tarde en que mi hija escribió su nombre por primera vez. También la imagen constante de mi mujer durante el verano, siempre detrás del sol, preciosa, o mi último día de un trabajo que me abandonó y el primero de otro que decidí empezar. Y mientras disimulo y hago que como las uvas, prometeré dejar de fumar, hacer más deporte y seguro que algo estrambótico que se me ocurra en el momento. Todo bajo el movimiento de los platos, de las copas y de los besos y los abrazos. Después el primo de turno se despedirá de todos y lo observaré cerrar la puerta con una mezcla de envidia, alivio y melancolía. Pensaré entonces en el paso del tiempo. Porque cuando era pequeño el año 2000 era el infinito temporal, porque tenían razón y todo sucede cada vez más rápido, y lo que antes era una noche de nervios y fiesta vertiginosa, ahora es una celebración familiar más. Al día siguiente despertaré sin resaca y no fumaré antes de desayunar. Y saldré a correr y desde la orilla del río veré esa luz diferente que tienen los unos de enero, esa claridad recién estrenada. Ésa que durante el resto del año sólo se vislumbra en mitad de la inmensidad del mar.