El universo de la niñera
Para otros / Lunes, 27 mayo 2013
Columna publicada en el Diario Noticias de Gipuzkoa el 27 de mayo de 2013
Agotada, Vivian Maier entra en casa y sube a su habitación. Es domingo. La familia volverá en poco más de una hora. A pesar de ello, Vivian Maier cierra la puerta con pestillo. Abre el armario. Saca una caja de cartón y en su interior deposita los dos carretes de fotos que lleva en su bolsillo. Al de la cámara le quedan por lo menos seis o siete disparos. Hoy ha caminado por Jackson Boulevard durante todo el día. A última hora ha subido a Lincoln Park, pero allí no ha sacado ninguna foto. Allí, ha paseado, se ha dejado azotar la cara por la brisa y se ha sentado en un banco de madera. Allí, la luz era preciosa. Debería haberla recogido, piensa ahora, sentada frente a su escritorio. Muchos días como hoy, cuando en la casa sólo hay silencio, cuando los niños no agitan sus neuronas, Vivian Maier se cuestiona por qué hace lo que hace. Por qué hace fotografías de todo lo que le rodea, por qué lleva haciéndolo más de veinte años y no puede parar, por qué no lo comparte con nadie, por qué si no tiene dinero para revelar los más de 800 carretes que guarda en su armario, está ahorrando para comprarse una cámara de super8. Necesidad profunda, necesidad vital de hacerlo, porque si no lo hago qué sentido tendría todo, porque cuando disparo todo se detiene, y yo lo veo desde la mirilla, y atrapo el presente para siempre. Esto es lo que se responde Vivian Maier, en Chicago, el verano de 1972.
Treinta y cinco años más tarde, un veinteañero llamado John Maloof comprará por casualidad las cajas que Vivian guarda ahora en su armario. Revelará parte de las 100.000 fotografías que contendrán y las colgará en internet. Y el mundo se quedará entonces atónito ante la belleza y la poesía de unas imágenes concebidas desde la modernidad absoluta por una niñera tímida, apocada, que durante más de 40 años generó su propio universo artístico en secreto. Será así como Vivian Maier, que acaba de bajar a preparar la cena y el baño de los niños, se convertirá, pocos meses después de su muerte, en una de las fotógrafas más importantes de la segunda mitad del siglo XX.