La emoción de la espera
Para otros / Martes, 10 diciembre 2013
Columna publicada en el Diario Noticias de Gipuzkoa el 10 de diciembre de 2013
A muchos se lo parece, pero mi amigo J no es un ermitaño. No vive aislado en el monte ni es farero. Tiene un ordenador en casa con conexión a internet y fue de los primeros en poner canal plus. Sin embargo, mi amigo J no tiene móvil, ni una cuenta de email personal, ni por supuesto, una en facebook o en twitter. Se comunica con el mundo a través de tres vías. La presencial, porque te lo has encontrado o has quedado con él. La telefónica, porque has llamado a su casa; aún recita su número sin el prefijo por delante. Y la postal, es un amante de las cartas con sello transportadas por carteros. Mi amigo J ha decidido mantener en su vida “el placer de la intriga”, así lo llama él. Camina por la calle siempre alerta, por si se encuentra con algún amigo. Al llegar a casa, lo primero que hace es preguntar si le ha llamado alguien, y si es que sí, sus ojos se iluminan. A veces, se queda en casa toda una tarde a esperar una llamada. Mi amigo J escribe además una carta al día y mantiene correspondencia postal con unas 8 personas; “más sería una locura”, explica.
Hoy he recibido la última de sus cartas. “Hola Iban, ¿cómo va eso? (…) Ayer leí en el periódico que Amazon ha desarrollado unos mini helicópteros ultrarrápidos llamados “drones”. En 5 años, serán los encargados de transportar pequeños paquetes hasta la puerta de nuestras casas. ¿Te imaginas un cielo lleno de carteros androides? ¿Qué será entonces de Manuel, mi cartero humano?¿Serán capaces los “drones” de conversar como él o de entregarle al vecino el paquete si no estamos? En fin, el estúpido empeño de reducir el tiempo de espera, y con él, el tiempo de emoción (…)”. Después de leerla, me he sentado a escribir mi respuesta. En ella, he contestado a sus preguntas, he planteado otras, y también le he contado cómo me siento con el mundo. Esto último, sólo lo hago cuando le escribo a él, cuando mis prisas se detienen y todo se queda en silencio. Mañana mismo mandaré la carta. Y pasaré los próximos días esperando. Mirando al buzón nada más entrar en el portal. Nervioso, ansioso, terriblemente ilusionado.