“Tienes que leer esto”

/ Martes, 30 abril 2013

Columna publicada en el Diario Noticias de Gipuzkoa el 30 de abril de 2013

Existe una clase de personas que cuando ven una película que les impacta, ésta pasa a ser imprescindible para el resto de la humanidad, tienes que verla, es maravillosa, insisten, ¿aún no las visto?, pásate ya, todavía está en cartelera. Esto mismo les puede ocurrir también con canciones, con libros, y en general, con cualquier cosa visible, audible o legible.

Junot Díaz, escritor estadounidense y ganador del Pulitzer en 2008, explicaba recientemente la tendencia actual de la literatura en su país. Definía un escenario, sin duda extrapolable al resto de los países de occidente, y en el que los europeos podríamos sumar el poder político a las corporaciones y la ausencia de espíritu crítico a la falta de imaginación.  Como es tan clarividente la reflexión de Junot Díaz y yo soy de la clase de personas que describía al inicio de esta columna, lo que haré, simplemente, es obligarles a que la lean.

“(…) Hoy en día cada joven es un objetivo ambulante sobre el que las corporaciones se lanzan despiadadamente a fin de asegurarse que no les queda ni un solo momento libre. Para cada instante de ocio hay un artilugio de consumo al que son adictos. (…). ¿Cómo van a desarrollar la capacidad necesaria para disfrutar del arte con la tranquilidad que exige la contemplación estética cuando los están bombardeando con productos edulcorados de bajísimo valor nutritivo, entretenimiento basura? El problema es que el país está enganchado al consumo de bazofia cultural por la sencilla razón de que es lo que las corporaciones necesitan  para seguir ganando dinero de manera incontrolada. Piénselo bien: cada vez que un joven abre un libro es tiempo que pasa sin pulsar botones, sin entrar en Facebook o  (…) en Amazon. Si a una chica o a un chico les da por leer poesía, se salen de la cadena de producción de dinero y obtención de beneficios. A las corporaciones les resulta insoportable la idea de que nadie le dedique a una novela las 20 o 30 horas que exige su lectura. Las multinacionales han secuestrado la imaginación de los jóvenes y nos les van a dejar volver a la lectura (…)”.