Una historia con dos títulos

/ Martes, 7 mayo 2013

Columna publicada en el Diario Noticias de Gipuzkoa el 7 de mayo de 2013

La tarde del 28 de marzo comienza a llover. Abandono mi paseo, entro en una librería y compro la última novela de Kirmen Uribe. Llego a casa y la coloco en un estante, en barbecho, porque en aquel momento estoy leyendo otra y soy un maniático, y hasta que no termino una, no puedo empezar la siguiente; y además, tengo que terminar una y empezar la siguiente en días diferentes, porque de noche es cuando mi cerebro descansa y se resetea para reestrenarse de nuevo. En fin, la tarde del 28 de marzo comienza a llover y compro la última novela de Kirmen Uribe. Espero tres días para empezar a leerla y la termino el 2 de abril, sentado en un avión, casi entre sollozos.

La mañana del 18 de abril, visito a mi madre. Me pregunta si he leído la última novela de Kirmen Uribe y yo, le respondo que sí, que está bien, que tarda en arrancar, pero es maravillosa, que habla de una niña que en la guerra civil partió en barco desde Bilbao al exilio, y allí fue acogida por un escritor. Mi madre, se gira y camina hacia la cocina, y, sin darle importancia, me cuenta que sí, que eso ya lo sabe, que por eso precisamente quiere leerla, porque nuestra amona y sus dos hermanos montaron en un barco que salió desde Pasaia a Bilbao y desde allí hasta Francia. Y así, de repente, sin darle importancia,  se abre una ventana nueva en mi historia familiar.

Esa misma tarde, llego a casa, abro el libro que estaba leyendo y no me levanto hasta terminarlo. Porque hasta que termino uno no puedo empezar el siguiente, porque además lo tengo que hacer en días diferentes. El 19 de abril, casualmente en otro avión, empiezo, casi entre sollozos, mi segunda lectura en menos de un mes, de  “Mussche” o “Lo que mueve el mundo”. Una historia con dos títulos, uno el original, otro el de su edición en castellano.  Una historia con protagonistas diferentes. La primera vez con Karmentxu, la niña que buscó Uribe, la segunda con Pepita, Feli y Jose Mari; así se llamaban mi amona y sus dos hermanos.