Arquitectura o respiración cultural

/ Martes, 15 abril 2014

Columna publicada en el Diario Noticias de Gipuzkoa el 15 de abril de 2014

Mi profesora de Ciencias Naturales se llamaba “señorita Emma”. Fue ella quien nos enseñó qué era una mitocondria: “La mitocondria es el orgánulo celular encargado de suministrar la mayor parte de la energía necesaria para la actividad celular (respiración celular)”. La señorita Emma nos decía que era importante saber por qué éramos como éramos y de qué estábamos compuestos.

Siempre que visito otras ciudades trato de adentrarme en los nuevos espacios que éstas generan. A veces me encuentro con barrios enteros que después de una muerte natural renacen e implosionan. Es un fenómeno sensacional e imparable: los talleres de automóviles se convierten en estudios o en comercios, los jóvenes rehabilitan pisos derruidos, y entre los vecinos adecentan parques o repueblan escuelas. Otras veces me encuentro con un fenómeno similar en edificios concretos de cualquier barrio. Y así, por ejemplo, lonjas, pisos o casas enteras abandonadas se convierten en centros autogestionados, en donde se organizan desde debates políticos a tertulias literarias, conciertos, bailes o proyecciones. Quien dirige estas ciudades deja florecer y seguir su curso natural a estos nuevos espacios, casi sin intervenir. Es emocionante entrar en ellos y pararse a observar y escuchar. Uno tiene la sensación de estar ante algo vibrante, ante la sala de máquinas de la cultura de la ciudad que está visitando. En cierta manera, podríamos decir que “la arquitectura es el orgánulo encargado de suministrar la mayor parte de la energía necesaria para la actividad cultural de una ciudad (respiración cultural)”.

Me pregunto dónde se encuentra la sala de máquinas de la cultura de esta ciudad. Las primeras respuestas que encuentro son los despachos del Victoria Eugenia, las casas de cultura y un parque de bomberos rehabilitado. Me pregunto por qué en Donostia sólo renacen y se reconvierten espacios a través de la intervención pública. Deberían existir señoritas Emmas que explicaran en las escuelas algo de todo esto y así obtener alguna respuesta. Porque como ella misma decía, es importante saber por qué somos cómo somos y de que qué estamos compuestos.