La generación sin magia

/ Martes, 21 mayo 2013

Columna publicada en el Diario Noticias de Gipuzkoa el 21 de mayo de 2013

Un hombre está sentado en el suelo de una habitación. Hasta ahora, ese hombre, ha vivido acomodado. Nació en una familia burguesa, en la que todos los días, una señora entraba por la puerta de casa y hacía magia. Porque, todos los días, ese hombre, su padre, su madre y sus dos hermanos salían a trabajar o a estudiar o a la piscina o a hacer la compra a la plaza; salían y entonces aquella señora, menuda y sonriente, entraba en silencio y al regresar se encontraban las camas hechas, la ropa planchada, la comida junto al microondas, las ventanas transparentes, los azulejos de la cocina sin salpicaduras, y la casa, la casa era otra vez un palacio y olía a pino.

En vacaciones, sin embargo, en el apartamento de Alicante, no disfrutaban de la magia de aquella señora. Así que la limpieza, el orden y  la comida, pasaban a ser un entretenimiento familiar más y todos se hacían terrenales; con alegría, porque hay que valorar lo que tenemos, decían. Su madre recordaba cómo hacer tortillas, su padre revivía la fregona de la mili, y él y sus hermanos tendían, ponían la mesa o hacían las camas a su manera, arrugadas, porque cómo diantres conseguirá Araceli, que así se llamaba la señora de la magia, tensar las sábanas para que, noche tras noche, den la sensación de estrenarlas.

El hombre, que hasta ahora ha vivido acomodado, está sentado en el suelo de una habitación. Sólo, rodeado de  azulejos salpicados y de cajas marrones. Una angustia aguda le atraviesa de repente el estómago y se instala en él. El hombre alcanza un papel y lo lee con detenimiento. Trata de descifrar lo que pone. Durante las próximas horas, desempaquetará las cajas, llenará sus bolsillos de tornillos y tres mañanas más tarde, habrá terminado su primera cocina de Ikea. La contemplará, eufórico, sin nadie a su lado para compartirlo, y entonces se acordará de Araceli y se sentirá desgraciado, porque será consciente de que nunca más en su vida podrá volver a disfrutar de su magia y de muchas otras, y será él, quien tendrá que comprarse un buen libro y aprenderla.