Los números absurdos

/ Martes, 20 mayo 2014

Columna publicada en el Diario Noticias de Gipuzkoa el 20 de mayo de 2014

Un lunes de abril me desperté con el número 14 en la cabeza. Lo intenté, pero no le encontré sentido: mis años son 35, mi número de portal el 49, mi favorito el 11… Al día siguiente me ocurrió lo mismo con el 89 y volví a quedarme frente al vacío de lo inexplicable. Los sueños con números se sucedieron durante 15 días seguidos. Al decimosexto, llegó la carta. La abrí y después llamé a un amigo. Sí tío, me ha tocado de nuevo en la mesa electoral, de vocal, ya es la segunda vez, siempre que te toca y vas, te vuelven a llamar, hay tongo seguro, igual puedes conseguir una baja o algo así, ¡bah! eso es imposible, si no vas la ertzaintza se presenta en tu casa, ¿en serio?, sí, sí, mi primo se quedó dormido y allí aparecieron. Al decimosexto día llegó la carta y sorprendentemente los sueños con números absurdos cesaron, y por fin, dejé de buscarles un sentido.

Las primeras elecciones en las que pude votar sentí una responsabilidad sobredimensionada. Creí que podría cambiar algo, que decidiría algo. En aquel primer voto hubo algo de mi bisabuelo republicano, de mi abuela exiliada y de la lucha de la generación de mis padres. Con los años esa responsabilidad se fue disipando y hoy en día es inexistente. Hoy en día creo vivir en una paradoja: la democracia está más cerca de ser totalitaria que democrática.

El próximo domingo contaré votos y contribuiré a averiguar cuál es la voluntad del pueblo. Sin embargo, sea cual sea el resultado, el sistema ya lo ha previsto por nosotros. Dará igual que gane la izquierda o la derecha. Uno de los dos hombres que se erigirá como presidente de la comisión europea será un alemán. Y no le entenderemos, y él no nos entenderá. No entenderemos por qué ellos son ahora son más ricos y nosotros más pobres, por qué tenemos que reducir el presupuesto en sanidad o por qué los bancos, a quienes rescatamos, se quedaron 50.000 casas por desahucios el año pasado. Las únicas respuestas que nos darán serán “vierzehn”, “neunundachzig” o “dreiundzwanzig”, o lo que es lo mismo 14, 89 o 23. Números absurdos, como los de mis sueños de hace unos días. O respuestas vacías para explicar una realidad incomprensible.