Mapamundis

/ Martes, 29 enero 2013

Columna publicada en el Diario Noticias de Gipuzkoa el 29 de enero de 2013

Antes, de pequeño, alguien me regaló por mi cumpleaños una bola del mundo. Durante horas la observaba, buscaba países que ya conocía, me dejaba llevar por una curiosidad infantil inagotable. Me intrigaba que la URSS no se consiguiera ver en un solo plano (tenía que girarla para llegar hasta Siberia) y me ofuscaba que no apareciese Donostia, que solo se leyese Bilbao, Barcelona, Valencia, Sevilla y Madrid. Aquella bola, de pequeño, me mostró mi pertenencia a un todo esférico, sembró mi gusto por los viajes y me enseñó que Donostia no era tan grande como pensaba. También descubrí que por la disposición de los países en su superficie las personas llegaban a matarse entre sí, los de un lado con los del otro, los de dentro con los de dentro y los de fuera con los de fuera. Pero aquella bola del mundo era sólo un planisferio más en mi vida cotidiana. Los mapas me rodeaban: uno gigante en clase, otro de montes de Euskal Herria en la caja de ahorros, un mapamundi enorme en casa de mi primo Pablo, uno distorsionado en casa de mis abuelos, otro en blanco y negro en el portal, otro más en el coche, los de los libros y el del tiempo de la tele. Recuerdo que este último lo presentaba Xebe Díez, que lo hacía fugaz, divertido, que siempre lo poníamos en casa, porque en la otra cadena, en la uno, un señor con cara redonda y acento extraño, se tiraba más de media hora para explicarnos si al día siguiente iba a llover o no o si habría marejada, marejadilla o mar gruesa.

Poco a poco los mapas dejaron de perseguirme y ahora, de mayor, ya no los veo. Ni mapamundis ni mapas de montes. Por eso no entiendo que los políticos discutan si tenemos que ver el tiempo con una  Euskal Herria entera o cortada, real o ficticia. Quizá, si desempolváramos nuestra bola del mundo recuperaríamos la curiosidad en la mirada y comprenderíamos nuestra pertenencia a un todo esférico. Seguro que entonces los políticos llegarían a un acuerdo y a muchos nos daría igual que mapa ver con tal de que Xebe Diez lo presentara, fugaz y divertido.